83% encontró este documento útil (6 votos) 5K vistas 2 páginas SALUTACIÓN A LAS SANTÍSIMAS LLAGAS © Attribution Non-Commercial (BY-NC) Formatos disponiblesDOCX, PDF, TXT o lea en línea desde Scribd Compartir este documento¿Le pareció útil este documento?83% encontró este documento útil (6 votos) 5K vistas2 páginas Salutación A Las Santísimas LlagasTítulo original:SALUTACIÓN A LAS SANTÍSIMAS LLAGAS Saltar a página Está en la página 1de 2 Buscar dentro del documento You're Reading a Free Preview Recompense su curiosidadTodo lo que desea leer. En cualquier momento. En cualquier lugar. Cualquier dispositivo. Sin compromisos. Cancele cuando quiera. Presentación del tema: "Oraciones diarias por las Llagas de Nuestro Señor."— Transcripción de la presentación: 1 Oraciones diarias por las Llagas de Nuestro Señor.
2 Primera oración (Padrenuestro y Avemaría en todas las 15 oraciones) ¡Oh, Jesucristo! Sois la eterna dulzura de todos los que os aman! la alegría que sobrepasa todo gozo y deseo, la Salvación y Esperanza
de todos los pecadores. Habéis manifestado no tener mayor deseo que el de permanecer en medio de los hombres, en la tierra. Los amáis hasta el punto de asumir la naturaleza humana, en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos. Acordaos de todos los sufrimientos que habéis soportado desde el instante de vuestra Concepción; y especialmente durante vuestra Sagrada Pasión; así como fue decretado y ordenado desde toda la eternidad; según el plan divino. Acordaos, ¡oh, Señor! que durante la Última
Cena con vuestros discípulos les habéis lavado los pies; y después les disteis vuestro Sacratísimo Cuerpo y vuestra Sangre Preciosísima. Luego, confortándolos con dulzura, les anunciasteis vuestra próxima Pasión. Acordaos de la tristeza y amargura que habéis experimentado en vuestra Alma, como Vos mismo lo afirmasteis, diciendo: "mi Alma está triste hasta la muerte".
3 Acordaos de todos los temores, las angustias y los dolores que habéis soportado, en vuestro Sagrado Cuerpo, antes del suplicio de
la Crucifixión. Después de haber orado tres veces, todo bañado de sudor sangriento, fuisteis traicionado por vuestro discípulo, Judas; apresado por los habitantes de una nación que habíais escogido y enaltecido. Fuisteis acusado por falsos testigos, e injustamente juzgado por tres jueces; todo lo cual sucedió en la flor de vuestra madurez; y en la solemne estación pascual. Acordaos que fuisteis despojado de vuestra propia vestidura, y revestido con manto de irrisión. Os cubrieron los Ojos y la
Cara infligiendo bofetadas. Después, coronándoos de espinas pusieron en vuestras Manos una caña. Finalmente, fuisteis atado a la columna; desgarrado con azotes; y agobiado de oprobios y ultrajes. En memoria de todas estas penas y dolores que habéis soportado antes de vuestra Pasión en la Cruz, concededme antes de morir, una contrición verdadera, una confesión sincera y completa; adecuada satisfacción y la remisión de todos mis pecados. Amén.
4 Segunda oración ¡Oh, Jesús, la verdadera libertad de los ángeles y paraíso de delicias! Acordaos del horror y la tristeza
con que fuisteis oprimido cuando vuestros enemigos, como leones furiosos os rodearon con miles de injurias, salivazos, bofetadas, laceraciones, arañazos y otros suplicios inauditos. Os atormentaron a su antojo. En consideración a estos tormentos y a las palabras injuriosas, os suplico ¡oh, mi Salvador y Redentor! que me libréis de todos mis enemigos visibles e invisibles y que, bajo vuestra protección, hagáis que yo alcance la perfección de la salvación eterna. Amén.
5 Tercera oración ¡Oh, Jesús, Creador del cielo y de la tierra, al que nada puede contener ni limitar! Vos abarcáis todo y todo es sostenido bajo vuestra amorosa Potestad. Acordaos del
dolor muy amargo que sufristeis cuando los judíos, con gruesos clavos cuadrados, golpe a golpe, clavaron vuestras sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y no viéndoos en un estado suficientemente lamentable para satisfacer su furor, agrandaron vuestras Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible crueldad, extendieron vuestro Cuerpo en la Cruz. Y con jalones y estirones violentos, en toda dirección, dislocaron vuestros Huesos.
6 Cuarta oración ¡Oh, Jesús, Médico Celestial, elevado en la Cruz para curar nuestras llagas con las vuestras! Acordaos de las contusiones y desfallecimientos que habéis sufrido en todos vuestros Miembros; y que fueron distendidos a tal grado, que no ha habido dolor semejante al vuestro. Desde la cima de la Cabeza hasta la planta de los Pies. Ninguna parte de vuestro
Cuerpo estaba exenta de tormentos. Sin embargo, olvidando todos vuestros sufrimientos, no dejasteis de pedir por vuestros enemigos, a vuestro Padre Celestial, diciéndole: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". Por esta inmensa Misericordia y en memoria de estos sufrimientos, os hago esta súplica: conceded que el recuerdo de vuestra muy amarga Pasión nos alcance una perfecta contrición y la remisión de todos nuestros pecados. Amén.
7 Quinta oración ¡Oh, Jesús, espejo de resplandor eterno 8 Sexta oración ¡Oh, Jesús, Rey infinitamente amado y deseado
9 Séptima oración ¡Oh, Jesús, inagotable Fuente de compasión, ten compasión de mí! En un profundo gesto de Amor habéis exclamado en la Cruz: "¡tengo sed !" Era sed por la salvación del género humano. ¡Oh, mi Salvador! os ruego que inflaméis nuestros corazones con el deseo de dirigirnos hacia la Perfección en todas nuestras obras. Extinguid en nosotros la concupiscencia carnal y el ardor de los apetitos mundanos.
Amén. 10 Octava oración ¡Oh, Jesús, dulzura de los corazones y deleite del espíritu! Por el vinagre y la hiel amarga que habéis probado en la Cruz, por Amor a nosotros, oíd nuestros ruegos. Concedednos la Gracia de recibir dignamente vuestro Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima, durante nuestra vida y también a la hora de la muerte, para servir de remedio y consuelo a nuestras almas. Amén.
11 Novena oración ¡Oh, Jesús, Virtud Real y gozo del alma
12 Décima oración ¡Oh, Jesús, Principio y Fin de todas las cosas, sois la Vida y la Virtud plena! Acordaos que por causa nuestra fuisteis sumergido en un abismo de penas, sufriendo dolor desde la planta de los Pies
hasta la cima de la Cabeza. En consideración a la enormidad de vuestras Llagas, enseñadme a guardar, por puro amor a Vos, todos vuestros Mandamientos; cuyo camino de vuestra Ley Divina es amplio y agradable para aquellos que os aman. Amén.
13 Decimoprimera oración ¡Oh, Jesús, abismo muy profundo de Misericordia
14 Decimosegunda oración ¡Oh, Jesús, espejo de la Verdad, sello de la Unidad y vínculo de la Caridad! Acordaos de la multitud de Llagas con que fuisteis herido desde la Cabeza hasta los Pies. Esas Llagas fueron laceradas y enrojecidas. ¡Oh, dulce Jesús! por la efusión de vuestra adorable Sangre. ¡Oh, qué dolor tan grande y repleto habéis sufrido por Amor a nosotros en vuestra Carne Virginal, dulcísimo Jesús! ¿Qué hubo de hacer por nosotros que no habéis
hecho? Nada falta. ¡Todo lo habéis cumplido! ¡Oh, amable y adorable Jesús! Por el fiel recuerdo de vuestra Pasión, que el fruto meritorio de vuestros sufrimientos sea renovado en mi alma y que en mi corazón vuestro Amor aumente cada día, hasta que llegue a contemplaros en la Eternidad. ¡Oh, amabilísimo Jesús! Vos sois el Tesoro de toda alegría y dicha verdadera, que os pido concederme en el Cielo. Amén.
15 Decimotercera oración ¡Oh, Jesús, fuerte león, Rey Inmortal e invencible! Acordaos del inmenso dolor que habéis sufrido cuando, agotadas todas vuestras fuerzas, tanto moral como físicas, inclinasteis la Cabeza
y dijisteis: ”todo está consumado". Por esta angustia y dolor, os suplico, Señor Jesús, que tengáis piedad de mí en la hora de mi muerte; cuando mi mente estará tremendamente perturbada y mi alma sumergida en angustia. Amén.
16 Decimocuarta oración ¡Oh, Jesús, Único Hijo del Padre
Celestial, esplendor y semejanza de su Esencia! Acordaos de la sencilla y humilde recomendación que hicisteis de vuestra Alma a vuestro Padre Eterno, diciéndole: "¡Padre, en tus Manos encomiendo mi Espíritu!” Desangrado vuestro Cuerpo, destrozado vuestro Corazón y abiertas las Entrañas de vuestra Misericordia para redimirnos, habéis expirado. Por vuestra preciosa Muerte, os suplico ¡oh, Rey de los santos! confortadme, socorredme para resistir al demonio, la carne y al mundo. A fin
de que, estando muerto al mundo, viva yo solamente para Vos. Y a la hora de mi muerte, recibid mi alma peregrina y desterrada que regresa a Vos. Amén. 17 Decimoquinta oración ¡Oh, Jesús, Verdadera y fecunda
Vid 18 Conclusión
¡Oh, dulce Jesús! Herid mi corazón, a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia me sirvan de pan día y noche. Convertidme enteramente ¡oh, mi Señor! a Vos. Haced que mi corazón sea vuestra habitación perpetua. Y que mi conversación os sea agradable. Que el fin de mi vida os sea de tal suerte loable, que después de mi muerte pueda merecer vuestro paraíso y alabaros para siempre en el cielo con todos vuestros santos. Amén. |